Lección: 1 Corintios 4:14-21
Texto: Hebreos 12:7
Domingo, 28 de octubre 2018
INTRODUCCIÓN: Eclesiásticamente, un Padre es aquel que nos ha precedido en la fe y, por lo tanto, está capacitado y posee las herramientas y experiencias para instruirnos en ella. Este papel lo desarrolló el apóstol Pablo a cabalidad en su ministerio, en la formación, disciplina y corrección de cada una de las iglesias que estableció, además de ello, en la formación particular de aquellos que tomarían su lugar, una vez que él terminara su carrera, y a quienes el mismo llama sus hijos, como son Timoteo y Tito, lo cual en esta lección, el deja fluir todo su cuidado paternal con la iglesia de Corinto, a los que llama hijos amados.
DESARROLLO: El apóstol, cambia completamente de tono en los versículos de esta lección, para darles a entender que vean en él no al estricto maestro que corrige sus errores, sino al padre que exhorta a sus hijos, pues desea lo mejor para ellos. Este sentimiento paternal que expresa el apóstol, no fue exclusivo en su administración con los corintios, sino por el contrario, era un sentimiento que fluía naturalmente de su corazón de pastor, como lo podemos ratificar en 1 de Tesalonicenses 2:11 “Así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros”.
En el verso 15, el apóstol de una u otra manera también defiende su ministerio como lo veremos que lo hace más directamente en el capítulo 9. Aquí él les manifiesta, lo siguiente; porque, aunque tengáis diez ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. En la época de Pablo en el primer siglo de la era cristiana, un ayo, que significa guiador de niños, y en la sociedad helenista se refería a un hombre, usualmente un esclavo, cuyo deber era escoltar a un niño de ida y de vuelta de la escuela, y supervisar sus actividades y asociaciones, el niño era puesto al cuidado de su ayo a los seis años de edad, y continuaba bajo su custodia protectora hasta los dieciséis. Pablo a través de estas palabras manifiesta que él tiene por los corintios un afecto mucho más profundo que el que puede tener un esclavo, y apela a esta relación con ellos, pues él fue el que fundo la iglesia y él fue quien les engendró por medio del evangelio, por esta razón los llama a que lo imiten, en su conducta, fe y amor por el evangelio. Esta misma expresión también la manifiesta en el Capítulo 11:1 “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”, Filipenses 3:17 “Hermanos, sed imitadores de mí y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros”, (ver, además, 2 Tesalonicenses 3:9).
Por este motivo, envía a Timoteo su hijo (espiritual) amado y fiel en el Señor, para que les recuerde su proceder y conducta en Cristo, como el enseña en todas partes e iglesias en que predica la palabra. A continuación, reprende a los que están envanecidos en la iglesia, como si creyesen que nunca hubiese de ir a vosotros, pero iré y conoceré no las palabras sino el poder de los que están en esta condición, pues hay muchas personas, y hoy en día también, que hablan mucho de su fe, pero no van más allá, solo hablan; es decir, conocen las palabras adecuadas, las formas, los sistemas, pero en sus vidas no se ve el poder de Dios. Posteriormente les pregunta ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre? Dándoles a entender, que dependerá de la actitud que ellos demuestren en como el Apóstol enfrentará las situaciones que se viven en la iglesia.
CONCLUSIÓN: Hemos observado en este pasaje como Pablo, les manifiesta a los corintios de que es su padre espiritual, y que él los engendró por medio de la predicación del evangelio, lo que debe servirnos de ejemplo a nosotros, para que nunca olvidemos ni dejemos de reconocer la labor de aquellos que Dios ha elegido para sembrarnos la palabra del evangelio. Ellos nos presiden y cuando corresponde nos amonestan, a estos debemos tener en mucha estima y amor a causa de la obra que realizan.