Texto: Colosenses 3:18-19
Domingo: 02 de Diciembre
Introducción: La familia es la institución más antigua que podemos encontrar. Dentro de ella el matrimonio es esencial. Pero, ¿qué cuando aparecen desavenencias o dificultades? ¿Cómo se enfrentan estas diferencias? ¿Qué del área sexual? El apóstol Pablo, especifica al inicio de éste capítulo que él está contestando preguntas que le hicieron los hermanos de la Iglesia de Corinto. Los consejos que él entrega tienen plena vigencia en el mundo de hoy. Veamos cuáles son sus primeras recomendaciones para los matrimonios.
Desarrollo: En primer lugar, que cada uno tenga su propia pareja (v.2) Esta verdad hoy recobra mucha importancia, por las nuevas legislaciones que nos quieren imponer. La Biblia enseña que Dios hizo varón y hembra (Génesis 5:2) El apóstol Pablo, siguiendo la misma línea, dice que; cada hombre tenga su propia mujer, y cada mujer su propio marido, no hay otra opción. Además, clarifica que esto debe ser a causa de las fornicaciones. Estas fornicaciones desde antiguo han sido una amenaza a los matrimonios. Fornicaciones se refiere a las inmoralidades sexuales que las sociedades sin Cristo promueven. En Dios, la vida es diferente, el hombre y la mujer siguen el modelo de Dios. El sexo es algo creado por Dios, por lo tanto, algo bueno y sagrado, pero, para ser practicado dentro del matrimonio.
En segundo lugar, que cada uno cumpla con su deber conyugal (v.3-4) Hoy por hoy se vive una viva muy ajetreada, sobre todo en las grandes ciudades. Muchas parejas por diversas razones dejan de tener intimidad. El apóstol Pablo, enseña la importancia de que cada uno en la relación de pareja cumpla con su deber conyugal. Tanto el marido como la mujer, deben estar dispuesto a entregarse mutuamente, ya que la potestad sobre el cuerpo de cada uno es del otro. El marido sobre la mujer, y la mujer sobre el marido. El sexo en el matrimonio es una entrega mutua, al punto que dicen algunos expositores bíblicos, que es el cemento que liga al marido con su esposa permanentemente.
En tercer lugar, que no se nieguen el uno al otro (v.5) La sexualidad es un fuerte factor de unión de la pareja. Pero cuando esta se lleva mal, y se buscan excusas para negarse el uno al otro, estamos dando lugar a que entre la tentación. Pablo, aclara que la pareja podría tener momentos de abstinencia, pero, siempre y cuando sea de mutuo consentimiento, y también con un motivo noble y superior, dedicarse sosegadamente a la oración. Pero, una vez cumplido el propósito noble, volver a juntarse para que satanás no los tiente a causa de la incontinencia.
Conclusión: La sexualidad mal llevada en un matrimonio cristiano, es un camino a la fornicación y la infidelidad. Los consejos del apóstol Pablo, siguen teniendo vigencia, más aún en la actualidad, donde nos toca enfrentar la vida en una sociedad híper sexualizada. Pablo termina esta sección dando una última recomendación, que se encarga de clarificar que es por vía de concesión no de mandamiento, o sea, que esta es su opinión y no un mandamiento de Dios; “Que los solteros y las viudas” bueno les sería quedarse como él, es decir, solteros, pero siempre y cuando tengan el don de continencia, pues es mejor casarse que estarse quemando (v.6-9).
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