lunes, 3 de diciembre de 2018

¿Separación o divorcio?

Lección: 1° Corintios 7:10-24 
Texto: Marcos 10:9
Domingo: 09 de Diciembre


Introducción: Uno de los problemas más antiguos que ha debido enfrentar el matrimonio es el problema de la separación o el divorcio. En nuestro país, cada vez son menos las parejas que quieren casarse, y cada vez más, las que se separan. ¿Qué de las familias cristianas? ¿Se pueden separar? Veamos los consejos que da el apóstol Pablo, y que a todos los creyentes nos pueden servir.
Desarrollo: En primer lugar, un no a la separación (v.10-11) Pablo les habla claramente a las mujeres diciéndoles: “Que la mujer no se separe del marido” y al marido “que no abandone a su mujer”. Si la mujer se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido. La vida matrimonial es de un permanente ajuste entre dos personas distintas, muchas veces las pequeñeces mal llevadas terminan en grandes peleas y la posibilidad de la separación. Pero si una pareja es cristiana, debe aprender a pedir perdón y a reconciliarse para continuar juntos hasta que la muerte los separe.
En segundo lugar, un no abandonar al cónyuge no creyente (v.12-14) Parece que al apóstol Pablo le consultan algo así cómo ¿qué pasa cuando en una pareja uno es creyente y el otro no? ¿Debieran separarse? Pablo contesta, que en ambos casos, el de un hermano con una mujer no creyente, o en el de una mujer con un marido no creyente, no lo abandonen, dando además la siguiente esperanza; “El marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido”. A través de un integrante de la familia puede ingresar el evangelio a esa familia, y el que es incrédulo, puede conocer a Dios a través del que es creyente (v.16)
En tercer lugar, separarse en caso de servidumbre (v.15) Pablo incluye una causal de separación. Esta es; “Si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeta a servidumbre”. La idea es la siguiente, si el incrédulo le hace la vida imposible al creyente por practicar su fe, entonces es mejor separarse porque a paz nos llamó el Señor, y no a vivir una vida permanente de servidumbre o violencia.
Conclusión: Pablo termina esta sección indicándonos que cada uno en el estado en que Dios lo llamó, así debe quedarse (v.17-24) El que llegó con un cónyuge incrédulo, si el no creyente consiente en vivir con un creyente quédese con él. Confiemos que Dios puede convertirles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario