Texto: Mateo 10:9-10
Introducción: En la lección anterior, Pablo ha tratado el tema de los derechos de un apóstol. En la presente lección, se enfocará en los que trabajan en las cosas sagradas, o sea, en la obra del Señor. Para eso, él apóstol nos informará de la realidad que se da en las iglesias. Por un lado los que trabajan internamente en una iglesia, y por otra parte, los que trabajan haciendo evangelismo. Veamos sus propuestas.
Desarrollo: En primer lugar, los que trabajan internamente en una iglesia (v.13-15). Lo que Pablo intenta enseñar es que el anuncia el evangelio, debe vivir del evangelio. Esto implica, que la iglesia debe cubrir sus gastos. La pregunta que podemos extrapolar al día de hoy es si ¿debe un pastor ser remunerado? Pablo responde con dos preguntas: ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? La respuesta está implícita. Así era en el Antiguo Testamento para los sacerdotes en Israel, y así es para los líderes de la Iglesia en el Nuevo Testamento. El que trabaja en una iglesia debe ser mantenido por ella. Pablo aclara, que aunque él podría haber reclamado este derecho, el de ser sustentado, de nada de esto se ha aprovechado. Pero, quiere dejar plasmado el derecho para los que vienen de tras de él, de que las iglesias les sustenten.
En segundo lugar, los que trabajan haciendo evangelismo (v.16-17). El evangelismo, es la gran tarea de la iglesia (Mateo 28:19-20). Pablo ya ha dicho que los que anuncian el evangelio, vivan del evangelio. La respuesta aquí es que depende; Si la iglesia tiene recursos, debe procurar sostener a los evangelistas. Pero, si no hay recursos, aunque no nos paguen, a todos los creyentes nos es impuesta necesidad. Por esta razón Pablo exclama: “¡Ay de mí si no anunciaré el evangelio!”. Si predicamos el evangelio de buena voluntad, recompensa tendremos. Esto quiere decir que Dios sabrá pagar a cada uno su trabajo (1 Corintios 15:58). Para el creyente, es una obligación predicar el evangelio. Dios nos ayude a realizar esta hermosa tarea de traer pecadores a los pies de Cristo.
Conclusión: Pablo termina la presente lección indicándonos lo siguiente: ¿Cuál es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio. La versión PDT se traduce así: “¿Y cuál es mi recompensa? Que puedo anunciar la buena noticia de salvación libremente y sin pedir nada a cambio”. El menciona que no hace uso del derecho de recibir un pago por predicar el evangelio. Su trabajo lo hace de buena voluntad y por amor a Dios.
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