martes, 5 de marzo de 2019

Participar de la cena del Señor con temor

Lección: 1° Corintios 11:27-34
Texto: Hebreos 10:29
Domingo 10 de Marzo de 2019


Introducción: Este pasaje, nos muestra las terribles consecuencias que acarrean, cuando tomamos a la ligera y falta de temor, los sacramentos señalados en la Biblia. Las experiencias de otros, como en este caso, deben de hacernos reflexionar y sacar lecciones, para no cometer los mismos errores, y sufrir las mismas dolorosas consecuencias de tales faltas. Veamos este importante pasaje.

Desarrollo: V.27 Comer del pan y beber de la copa “indignamente”, como efectivamente lo estaban haciendo en esta iglesia, significa varias cosas, entre ellas no tener en cuenta, no discernir lo que representan el pan y la copa, primeramente para Dios y luego para nosotros los beneficiados. Para Dios, por cuanto le significó enviar a la muerte de cruz a su Hijo amado, para morir por nosotros, cargando sobre él nuestros pecados, y para nosotros, por cuanto por medio del sacrificio de Cristo, han sido perdonados nuestros pecados y hemos sido salvos de toda condenación por su bendita gracia. Venir “indignamente” a la mesa del Señor, también significa, participar con pecados no confesados, enojados con nuestros hermanos, etc. El resultado de todo esto es, que “será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor”, es decir, menospreciando, rebajando el valor y la trascendencia del sacrificio de nuestro Señor. No agradeciendo a Dios por tan inmenso sacrificio.
V.28 Se nos manda, antes de participar de la “cena del Señor”, que nos “probemos cada uno así mismo,” es decir, como dice Pablo también en 2 Corintios 13:5 “examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados? Debemos mirarnos interiormente, a la luz de las Escrituras, y guiados por el Espíritu Santo, saber ¿cómo estamos delante del Señor?, ¿cómo está nuestro corazón?, si hay algún pecado que hemos de confesar al Señor en oración, y luego de este examen sincero y honrado de nuestra parte, participemos de la cena del Señor, y gocemos de las bendiciones de dicha participación.
V.29-30 Si no nos hacemos este auto examen, que ya comentamos, y participamos de la cena del Señor “indignamente”, vamos a comer y beber juicio de parte de Dios, en otras palabras, seremos castigados por el Señor por menospreciar su santa mesa. Este juicio consistió para los Corintios en castigos muy drásticos de parte del Señor, tanto físicos como espirituales, como él mismo les dice: “Por lo cual hay muchos enfermos”, es decir, enfermedades corporales, físicas, postrados en camas, “y debilitados” espiritualmente, como físicamente, “Y otros duermen”, es decir, la muerte físicas de varios de ellos. Esto no significa que se fueron al infierno, pues la palabra que usa Pablo para ellos es que “duermen”. Sólo los creyentes duermen, los otros mueren.
Recordemos también el drástico castigo del Señor contra Ananías y Safira, (Hechos 5:1-11) que fueron cortados por el Señor por haber mentido al Espíritu Santo, y creo personalmente que Dios sigue operando de la misma manera en la iglesia de hoy.
V.31-32 “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados”, esto es, si examinamos nuestro corazón, nuestra conducta y nuestras obras y vemos que tenemos algún pecado, ya sea contra Dios o contra nuestros semejantes, y lo confesamos delante de Dios, y nos arrepentimos de corazón de ellos “no seremos juzgados”, es decir, disciplinados y castigados, o quizás, cortados. Más, por el contrario, si no nos hacemos este auto examen y no nos arrepentimos de nuestros pecados “seremos juzgados”, es decir, castigados. Dios, nos ha dado su Palabra y su Espíritu Santo, como fuentes de luz y de dirección para dirigir nuestras vidas, hacia la voluntad de Dios, y así agradarle a Él.

V.33-34 La “cena del Señor” no es una comilona ni una instancia para embriagarse, para eso el cristiano tiene su casa para comer y beber con su familia. En el templo, deben esperar estar todos, para así participar en comunión y en temor de Dios de la “cena del Señor”, teniendo muy claro en sus corazones lo que ello significa para sus vidas espirituales. Luego, Pablo les anuncia una nueva visita, y en ella les dará más instrucciones con respecto a cómo debe ser el comportamiento de ellos en el desarrollo de los servicios de la congregación. La iglesia, necesita estar oyendo constantemente instrucciones y consejos, para no apartarse del buen camino, así como lo dice también Pedro a sus hermanos “Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente” (2 Pedro 1:12).

Conclusión: Qué lecciones más importantes extraemos de este pasaje que acabamos de ver, como por ejemplo, que debemos adorar a Dios en espíritu y en verdad, que los sacramentos encierran verdades espirituales y de bendición para nosotros, y por lo tanto hemos de participar en ellos con reverencia y con acción de gracias.

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