lunes, 24 de junio de 2019

Esperando la imagen del celestial

Lección: 1° Corintios 15:45-50
Texto: 1° Juan 3:2

Introducción: El cuerpo humano actual, aun el del creyente más espiritual, es un cuerpo adaptado a las condiciones de la vida presente, responde a los instintos, reflejos y reacciones de la vida natural. Cuando el creyente duerma o muera en el Señor, resucitará con un cuerpo espiritual. Ahora es el cuerpo el que se conserva o continúa en la resurrección. Es una clase de cuerpo cuando muere (un cuerpo natural), y será resucitado como un cuerpo, pero espiritual, controlado por el espíritu, pero todavía un cuerpo. El primero está ajustado a la vida aquí en la tierra, el segundo será idóneo para la vida del cielo. Será el instrumento perfecto de la vida celestial, como el cuerpo animal es el órgano de la vida terrenal.

Desarrollo: Recordemos que hay cuerpo animal y cuerpo espiritual. Pablo, lo ilustra con la comparación entre el Primer Adán y el postrer Adán, las dos únicas cabezas de la humanidad, y apela el apóstol a las Escrituras en especial a Génesis 2:7, donde leemos “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser (alma) viviente”. Alma viviente quiere decir “dotado de vida”. Sin vitalidad o principio vital, la materia permanece inerte. Es el Creador, sin embargo, quien convierte lo inerte en algo viviente. Este habría podido seguir viviendo indefinidamente sino hubiese transgredido el mandamiento divino de no comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, por causa del pecado trajo muerte. El postrer Adán (Cristo), el “espíritu vivificante” es dador de vida, de vida eterna “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida” (Juan 5:21; ver también Juan 6:33, 39,40; Colosenses 3:4).
Podemos decir, que como descendientes de Adán somos hechos como él, almas vivientes que habitan en cuerpos mortales, y que llevan la imagen de su padre terrenal. Pero como seguidores de Cristo, vamos a ser revestidos de cuerpos inmortales y llevaremos la imagen de Cristo nuestro Señor. (El Adán Vivificante)
En el versículo 46 dice “Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual”. Pablo desea poner en claro que, aunque Cristo ya existía antes del tiempo y antes que existiese hombre alguno, en el orden de la creación entramos primero en lo natural o animal, solamente después de eso es cuando entramos en lo espiritual, es decir, recibimos primero cuerpos naturales y luego en la resurrección recibiremos cuerpos espirituales.
En los versículos 47 al 49 Pablo hace una comparación entre ambos. El primer hombre Adán es representativo de todo lo caído, no tan solo es hecho de tierra sino que también sus valores son terrenales. El segundo Adán (Jesús), es el hombre representativo de todo lo redentor, es de los cielos. Todas sus acciones y valores reflejan los valores y acciones divinas. ¿Qué hombre procede del cielo? Seguramente el apóstol pensaba (cuando escribió esta carta) en el pasaje de Daniel 7:13 “Miraba yo en la visión de noche y he aquí con la nube del cielo uno como hijo de hombre”. Pablo ciertamente identificó a este como Jesús, el que ha de venir, habiendo cumplido la obediencia total a Dios. En el pecado todos han seguido al hombre terrenal. En la resurrección todos los creyentes llevaremos la imagen del “hombre celestial” Jesús (ver Romanos8:29; 2 Corintios 3:18).
En el v.50, el apóstol pasa al tema de la transformación que tendrá lugar en el cuerpo de los creyentes, tanto de los vivos como de los muertos, cuando el Señor vuelva. Introduce sus observaciones con la declaración de que “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios”. Carne y sangre, estas dos palabras son de uso semítico y siempre aluden a “personas vivientes”, con esta idea Pablo les dice a los corintios “hombres vivientes no pueden heredar el reino de Dios”, su cuerpo no es idóneo para el hogar celestial. También, es cierto que “la corrupción no heredara la incorrupción”. La palabra “corrupción” es en sí un eufemismo (palabra o expresión más suave o decorosa que sustituye otra considerada de mal gusto) por “cadáveres en descomposición”. El apóstol dice que estos tampoco pueden ver la incorrupción; ninguno de los 2 estados (vivos o muertos) podrán esperar la resurrección tal como están, hace falta para ello una transformación (ver Filipenses 3:20-21).
  
Conclusión: En Génesis 1:26 encontramos lo que Dios dijo “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree…”. La caída del Hombre en pecado distorsionó la imagen y semejanza de Dios en el hombre. En Génesis 5:3 dice: “Y Vivió Adán ciento treinta años y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set”. Ahora la descendencia de Adán ya no conservaba la imagen y semejanza de Dios, sino la imagen y semejanza de Adán. Por lo tanto la imagen y semejanza de Dios quedo distorsionada por el pecado. Cuando el pecador nace de nuevo como resultado de recibir a Cristo como Salvador, el Espíritu Santo comienza una obra maravillosa de conformar al hombre a imagen de Cristo. Cuando por fin se manifieste Cristo en su gloria, el hombre volverá a tener la imagen y semejanza de Dios como Adán antes de la caída. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. (1 Juan 3:2)

domingo, 16 de junio de 2019

Resucitados con un nuevo cuerpo

Lección: 1° Corintios 15:35-44
Texto: Juan 12:24

Introducción: Hasta ahora, entre otras cosas, Pablo plantea que Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho (v.20), y debido a que si Cristo resucitó, también nosotros seremos vivificados. Ahora la pregunta seria, ¿Cómo serán los muertos resucitados? Eso es lo que Pablo, guiado por el Espíritu Santo, contestará en parte en esta lección.

Desarrollo: Pablo anticipa dos cuestiones que inevitablemente se suscitaría en la mente de aquellos que pusiesen en duda la resurrección corporal. “¿Cómo resucitaran los muertos?”, (v.35a), es una, y la segunda “¿Con qué cuerpo vendrán?” (v.35b). La primera pregunta tiene respuesta en el v.36 “Necio, lo que tu siembras no se vivifica, si no muere antes”. Pablo no describe el método que usa Dios, en cambio emplea una ilustración universal de la naturaleza, para explicar la continuidad de la vida. Una semilla que se planta en la tierra muere, porque al descomponerse deja de existir en su forma de semilla, pero de la misma ya muerta, brota la vida (Juan 12:24). En la segunda pregunta el apóstol explica que cuando siembra una semilla, “lo que siembra no es el cuerpo que ha de salir” (v.37a), es decir, no es la planta que ha de crecer al final, sino “el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano” (v.37b). ¿Qué conclusión sacamos de esto?, ¿es la planta lo mismo que la semilla?, la respuesta es no. La planta no es lo mismo que la semilla, sin embargo, sí existe una relación muy vital entre ambas cosas. Sin la semilla no habría planta.  Además, la planta deriva sus rasgos de la semilla. Así es en la resurrección (ver Mateo 17:2-3 Pedro y los hijos de Zebedeo reconocen a los 2 personajes en el monte de la transfiguración)
“Pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo” (v.38). Dios produce un cuerpo según la semilla que fue sembrada. Es grande el misterio de la vida, en realidad es mayor que el misterio de la muerte, así que el pequeño grano que se forma en la planta es como el que se había sembrado, no idéntico, pero ciertamente muy similar. De la misma manera como Dios da un cuerpo nuevo a la planta que surge de la semilla muerta, él puede dar un cuerpo resucitado a la persona que muere.
Así como existen cuerpos y formas bastante diferentes en el universo creado por Dios, que están adaptados para muchas variedades de existencia. Como por ejemplo; los cuerpos de carne, la de nosotros los seres humanos, la de los animales, peces y aves, con diferente finalidad y propósito. También, los cuerpos celestiales (con toda probabilidad los astros, como se ve por el v.41) Por último, los cuerpos terrenales. Y así como hay diferencia entre el esplendor de los unos y los otros (entre celestiales y los asociados a la tierra). Así hay diferencias entre el cuerpo del creyente ahora y el que tendrá después de la muerte. Incluso argumenta Pablo, que el sol y la luna son diferentes en esplendor o gloria y entre una estrella y otra (v.41).  “Así también es la resurrección de los muertos” (v.42a). Con esta frase da Pablo a entender, no precisamente que los resucitados se distingan unos de otros por el resplandor (aunque pudiese ser verdad, recuerde las recompensas en el Tribunal de Cristo), sino que, así también, el cuerpo resucitado será diferente del que se desintegro, aunque la persona sea siempre la misma. Enseguida pasa a detallar 4 propiedades en que el cuerpo resucitado se distingue del que es enterrado:
a).- Se siembra en corrupción resucita en incorrupción (v.42b). (Ver v.54; Filipenses 3:20) Ahora estamos sujetos a la enfermedad al deterioro y la muerte, al despertar a la nueva vida, será con un cuerpo incorruptible y glorioso.
b).- Se siembra en deshonra, resucitara en gloria (v43.a) No habrá más vergüenza por el pecado (deshonra), en cambio el cuerpo resucitado, será semejante al cuerpo de la gloria suya (Filipenses 3:21)
c).- Se siembra en debilidad, resucitara en poder (v.43b). Nada tan débil como un cadáver si vida, sin movimiento, en cambio el cuerpo resucitado tendrá poderes que en la actualidad no tiene (ver Juan 20:26)
d).- Se siembra cuerpo animal (adaptado para esta vida en la tierra), resucitará cuerpo espiritual (v.44ª), idóneo para la vida del cielo.


Conclusión: ¡Que amor tan grande el del Hijo de Dios!, si grandioso amor, al dejar su gloria y revestirse de humanidad, y someter su carne a la perfección, para ser en todo parecido a nosotros, pero, sin pecado, y posteriormente entregarse, a la humillación, vituperio, tormento y muerte. Su muerte traería vida al ser glorificado, exaltado, y cuando se acercó el tiempo dijo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae a tierra y muere queda solo; pero, si muere lleva mucho fruto. Al morir, morimos con él, al resucitar resucitamos con él, y estamos en espera de aquello, para ser semejantes a él. Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a si mismo todas las cosas (Filipenses 3:20-21)

Malas asociaciones

Introducción: ¿De dónde sacaron sus ideas extrañas los cristianos de Corinto acerca de la resurrección?  Ideas que Pablo está corrigiendo en este capítulo, ¿Tendrían su fuente por asociarse con judíos que no aceptaban ni creían en la resurrección, como los saduceos?, o ¿por juntarse y compartir con cierta gente que tenían pensamientos filosóficos, conforme a su cultura, quienes tampoco aceptaban la resurrección? (Hechos 17:31-32). Estas juntas, más los falsos maestros, no solo afectaron algo tan importante como lo es la resurrección de los muertos, sino que también estas malas conversaciones podían corromper algo más.

Desarrollo: Dios, ha dispuesto que todas las cosas queden sujetas a los pies de Cristo, al dominio y autoridad de su Hijo Jesucristo, y cuando menciona “todas”, hace referencia a toda la creación menos al Padre, quien es él que ha entregado este dominio a su Hijo, y este lo honra sometiéndose a su voluntad (Mateo 28:18; Juan 5:26-27), y sirve a perfección. Una vez que todo esté en orden, habiendo entregado a Satanás a condenación eterna junto con sus seguidores (después de la rebelión del milenio, y el juicio del gran trono blanco) el paraíso es restaurado. La función mediadora (1 Timoteo 2:5) que el Hijo de Dios asumió para salvación de la humanidad, habrá cumplido su objetivo, pero, seguirá reinando pues su reino es eterno (Apocalipsis 11:15), desde su posición original y gloriosa dentro de la Trinidad, sujeto a Dios. Por fin Dios llega a ser “todo en todos” (v. 28), y los santos gozarán (gozaremos) de intima comunión con él (Apocalipsis 21:3).
En cuanto al versículo 29 que dice; “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos? Es un versículo difícil de entender y hay muchas interpretaciones; tomaremos la que parece tener mayor asidero. Algunos creyentes fueron bautizados en nombre de otros que fallecieron sin ser bautizados. No sabemos nada más acerca de esta práctica, pero obviamente afirma una creencia en la resurrección. Pablo no aprobaba necesariamente el bautismo por los muertos, pero, lo usaba como ilustración para dar fuerza a su argumento de que la resurrección es una realidad.
El apóstol continua argumentando en favor de su tesis, mostrando lo absurdo que representaría la conducta de quienes sufren por Jesucristo, diciéndole a los corintios: ¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora? (v.30). Si no hubiera resurrección, ¿Por qué Pablo pone su vida en juego por el evangelio? La forma en que él vivió su vida con tal pasión, llevando el mensaje de la cruz, era la evidencia de la verdad de la resurrección (ver 2 Corintios 11:24-26).
La exposición de su vida no era una exageración cuando dice… “cada día muero” (v.31), preguntémonos  ¿Por qué estaría él dispuesto a hacer algo así, es decir, arriesgar su vida si no hubiera resurrección después de la muerte, ni recompensa y gozo eterno después de todo su dolor? (1 Pedro 1:3-4). Observemos cuando les dice “Si como hombre batalle en Éfeso contra fieras ¿Qué me aprovecha?” (v.32a), aludiendo a la turba enfurecida a la que Demetrio el platero incitó contra él y sus compañeros (Hechos 19:23 y siguientes; 2 Corintios 1: 8-10) Si no hubiese resurrección más valdría aprovechar esta vida al máximo disfrutando de los placeres, si hemos de morir como mueren los animales entonces “comamos y bebamos que mañana moriremos”. (v.32b). Pero, por cuanto hay resurrección, Pablo espera ese día glorioso para ser levantado con los demás creyentes.
Pablo termina esta porción con tres cosas: Primero, un llamado de atención. “No erréis, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”. (v.33), sin duda alguna, refiriéndose a los falsos maestros que habían entrado en la iglesia de Corinto y que negaban la resurrección. Segundo, con una exhortación; “Velad debidamente y no pequéis” (v.34a), se refiere al peligro de no apartarse de quienes traen enseñanzas engañosas.  Tercero, con un reproche; “porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo” (v.34b)
  
Conclusión: El verdadero creyente debe estar atento, pues no todos los que hablan de Dios en realidad lo son. En Corinto habían entrado en la iglesia falsos maestros que negaban la resurrección, por lo que no era recomendable asociarse con los tales, pues sus malas enseñanzas podían corromper las verdades del evangelio ya predicado.  La recomendación es “velad debidamente”. Del mismo modo hoy debemos estar atentos con quien nos relacionamos en el mundo secular, evitando malas conversaciones que, pueden corromper las sanas enseñanzas y el rico legado de quienes nos antecedieron, y que Pablo destaca a través de un refrán popular que cuatro siglos antes lo dio a conocer el poeta griego Menandro “Las malas compañías (conversaciones) corrompen las buenas costumbres”.

Lección: 1° Corintios 15:27-34
Texto: 1° Timoteo 1:4

lunes, 3 de junio de 2019

Orden en la resurrección.

Lección: 1° Corintios 15:20-26
Texto: Hebreos 2:14

Introducción: Por Adán se introdujo el pecado y la muerte en el mundo, pero, por la muerte de Jesús, llego la vida perdurable, de tal modo que con su sacrificio todo volverá a ser como al comienzo. De esta manera en el plan de Dios, cuando él levanta a su Hijo de la tumba, da un paso muy importante para la restauración de todas las cosas. La resurrección de Jesús es el comienzo de la destrucción de Satanás, sus huestes y toda potestad, pero, esto tiene su orden en los que veremos en la siguiente lección. 

Desarrollo: En el comienzo de este capítulo Pablo establece la certeza de la resurrección de nuestro Salvador (v.1-11), como también refuta a los que negaban la resurrección de los muertos (v.12-19) y lo hace basándose precisamente en la realidad histórica de la resurrección del Señor. Aquí el simplemente establece el hecho. “Más ahora Cristo ha resucitado de los muertos”; (v.20), y agrega “primicias de los que durmieron es hecho”, Primicia (gr. aparche), esta palabra es usada para la ofrenda de las primicias, y en el uso secular, la palabra era usada para una cuota de entrada (garantía). Jesús, fue “las primicias” de nuestra resurrección en ambos sentidos. En el Antiguo Testamento, la ofrenda de las primicias traía una gavilla de grano para representar y anticipar el resto de la cosecha (Levítico 23:9-14). La resurrección de Jesús, representa nuestra resurrección, porque “si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección (Romanos 6:5) La resurrección de Cristo, también anticipa la nuestra, porque seremos levantados con un cuerpo como el de él. (1 Tesalonicenses 4:14).
En las primicias ofrecidas a Dios, a los judíos se les aseguraba la bendición de Dios en toda la cosecha, por lo tanto, por medio de la resurrección de Cristo, nuestra resurrección esta “asegurada” o “garantizada”.
Fue por un hombre que entro por primera vez la muerte en el mundo, este hombre fue Adán. Por su pecado vino la muerte sobre todos los hombres (Romanos 5:12), también, por un hombre (Jesús) vino la resurrección de los muertos (Juan 11:25). Por ser descendencia de la primera cabeza humana, todos morimos en la muerte de Adán, como todos pecamos por el pecado de Adán. Por nuestra unión por la fe en la segunda cabeza (Cristo), todos los que nos unimos a él, somos vivificados con él; vale decir, al grupo de los que están en Adán pertenecemos por nacimiento (todos), al de los que están en Cristo no se pertenece por naturaleza, sino por gracia, y no se aplica a todos (universalmente), sino solo a los que creen (Efesios 2:8).
Ahora, Pablo establece cierto orden en la resurrección (la primera resurrección) de los que durmieron en Cristo;
a).- Cristo, Las primicias, al considerar que las primicias de la cosecha no solo era una espiga, sino un manojo, es muy probable que Pablo se refiera también a los que resucitaron con Cristo (Mateo 27:52-53) y posteriormente subieron junto con el cómo haciéndole escolta (ver Efesios 4:8)
b).- Luego, los que son de Cristo, en su venida, esto incluye a todos los que son resucitados en el arrebatamiento o rapto (1 Tesalonicenses 4:13-18)
c).- La resurrección premilenial, los que murieron durante la gran tribulación, los cuales según Apocalipsis 7:9 y siguientes, forman una multitud innumerables (mientras la iglesia estaba en el cielo), resucitan para entrar al milenio. Ver Apocalipsis 20:4, y es probable que aquí entren los santos del Antiguo Testamento (Daniel 12:2).
Se cree que el término “luego el fin”, se refiere al final del reinado milenial, cuando el haya abatido a todos sus enemigo, si, “porque preciso es que el reine hasta haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies” (v.25).
Después del milenio, Satanás es suelto de su prisión, para probar a los mortales, a los cuales engaña y prepara un numeroso ejército para pelear contra la iglesia y la santa ciudad (Apocalipsis 20:7-8). Dios destruye con fuego a los ejércitos de Satanás (Apocalipsis 20:9)
Queda un grupo aún, son los muertos sin Cristo “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección” (Apocalipsis 20: 5). Por lo que vemos, hay dos resurrecciones una para vida y otra para condenación (Juan 5:29; Daniel 12:2; Hechos 24:15) Estos últimos, los muertos sin Cristo serán levantados para presentarse al juicio del Gran Trono Blanco. “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en el, delante del cual huyeron la tierra y el cielo y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi los muertos grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entrego los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos” (Apocalipsis 20:11-13).  Ahora bien, el postrer enemigo que será destruido es la muerte (Apocalipsis 20:14-15), entregando el reino al Dios y padre, habiendo suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia (v.24).

Conclusión: Con la muerte de Jesús en el monte Calvario y su posterior resurrección, él aseguró a los creyentes en su nombre, la libertad de la esclavitud del pecado. Al quitar el obstáculo que impedía la buena relación del hombre con Dios, como lo fue y es el pecado (la paga del pecado es muerte), nada impide ahora que el hombre pueda ser restaurado como al principio, es decir, vida permanente. Por lo tanto la resurrección nos espera, sea que durmamos o estemos vivos cuando él venga. La disfrutaremos eternalmente y solo por gracia.