domingo, 16 de junio de 2019

Resucitados con un nuevo cuerpo

Lección: 1° Corintios 15:35-44
Texto: Juan 12:24

Introducción: Hasta ahora, entre otras cosas, Pablo plantea que Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho (v.20), y debido a que si Cristo resucitó, también nosotros seremos vivificados. Ahora la pregunta seria, ¿Cómo serán los muertos resucitados? Eso es lo que Pablo, guiado por el Espíritu Santo, contestará en parte en esta lección.

Desarrollo: Pablo anticipa dos cuestiones que inevitablemente se suscitaría en la mente de aquellos que pusiesen en duda la resurrección corporal. “¿Cómo resucitaran los muertos?”, (v.35a), es una, y la segunda “¿Con qué cuerpo vendrán?” (v.35b). La primera pregunta tiene respuesta en el v.36 “Necio, lo que tu siembras no se vivifica, si no muere antes”. Pablo no describe el método que usa Dios, en cambio emplea una ilustración universal de la naturaleza, para explicar la continuidad de la vida. Una semilla que se planta en la tierra muere, porque al descomponerse deja de existir en su forma de semilla, pero de la misma ya muerta, brota la vida (Juan 12:24). En la segunda pregunta el apóstol explica que cuando siembra una semilla, “lo que siembra no es el cuerpo que ha de salir” (v.37a), es decir, no es la planta que ha de crecer al final, sino “el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano” (v.37b). ¿Qué conclusión sacamos de esto?, ¿es la planta lo mismo que la semilla?, la respuesta es no. La planta no es lo mismo que la semilla, sin embargo, sí existe una relación muy vital entre ambas cosas. Sin la semilla no habría planta.  Además, la planta deriva sus rasgos de la semilla. Así es en la resurrección (ver Mateo 17:2-3 Pedro y los hijos de Zebedeo reconocen a los 2 personajes en el monte de la transfiguración)
“Pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo” (v.38). Dios produce un cuerpo según la semilla que fue sembrada. Es grande el misterio de la vida, en realidad es mayor que el misterio de la muerte, así que el pequeño grano que se forma en la planta es como el que se había sembrado, no idéntico, pero ciertamente muy similar. De la misma manera como Dios da un cuerpo nuevo a la planta que surge de la semilla muerta, él puede dar un cuerpo resucitado a la persona que muere.
Así como existen cuerpos y formas bastante diferentes en el universo creado por Dios, que están adaptados para muchas variedades de existencia. Como por ejemplo; los cuerpos de carne, la de nosotros los seres humanos, la de los animales, peces y aves, con diferente finalidad y propósito. También, los cuerpos celestiales (con toda probabilidad los astros, como se ve por el v.41) Por último, los cuerpos terrenales. Y así como hay diferencia entre el esplendor de los unos y los otros (entre celestiales y los asociados a la tierra). Así hay diferencias entre el cuerpo del creyente ahora y el que tendrá después de la muerte. Incluso argumenta Pablo, que el sol y la luna son diferentes en esplendor o gloria y entre una estrella y otra (v.41).  “Así también es la resurrección de los muertos” (v.42a). Con esta frase da Pablo a entender, no precisamente que los resucitados se distingan unos de otros por el resplandor (aunque pudiese ser verdad, recuerde las recompensas en el Tribunal de Cristo), sino que, así también, el cuerpo resucitado será diferente del que se desintegro, aunque la persona sea siempre la misma. Enseguida pasa a detallar 4 propiedades en que el cuerpo resucitado se distingue del que es enterrado:
a).- Se siembra en corrupción resucita en incorrupción (v.42b). (Ver v.54; Filipenses 3:20) Ahora estamos sujetos a la enfermedad al deterioro y la muerte, al despertar a la nueva vida, será con un cuerpo incorruptible y glorioso.
b).- Se siembra en deshonra, resucitara en gloria (v43.a) No habrá más vergüenza por el pecado (deshonra), en cambio el cuerpo resucitado, será semejante al cuerpo de la gloria suya (Filipenses 3:21)
c).- Se siembra en debilidad, resucitara en poder (v.43b). Nada tan débil como un cadáver si vida, sin movimiento, en cambio el cuerpo resucitado tendrá poderes que en la actualidad no tiene (ver Juan 20:26)
d).- Se siembra cuerpo animal (adaptado para esta vida en la tierra), resucitará cuerpo espiritual (v.44ª), idóneo para la vida del cielo.


Conclusión: ¡Que amor tan grande el del Hijo de Dios!, si grandioso amor, al dejar su gloria y revestirse de humanidad, y someter su carne a la perfección, para ser en todo parecido a nosotros, pero, sin pecado, y posteriormente entregarse, a la humillación, vituperio, tormento y muerte. Su muerte traería vida al ser glorificado, exaltado, y cuando se acercó el tiempo dijo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae a tierra y muere queda solo; pero, si muere lleva mucho fruto. Al morir, morimos con él, al resucitar resucitamos con él, y estamos en espera de aquello, para ser semejantes a él. Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a si mismo todas las cosas (Filipenses 3:20-21)

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