
Texto: Filipenses 1:27
Domingo 28 de Julio
Introducción: Pablo, había estado 18 meses en Corinto, para echar las bases de una hermosa congregación, rica en dones, sin embargo, la identificación con algunos líderes, causo facciones muy notorias, que trajeron división a la iglesia, causando un gran daño, también, la sobrevalorización de ciertos dones, trajo divisiones notorias. Cuando el apóstol fue informado, le causo una tremenda preocupación, eran verdaderos niños en Cristo, pues los celos, las contiendas y las disensiones no los dejaban madurar, después de responder a las diversas inquietudes y temas consultados por ellos, termina con 5 mandatos: permanecer vigilantes, firmes, maduros, fuertes y amorosos para mantenerse unidos.
Desarrollo: Estamos llegando a La última lección de esta carta 1 Corintios, y el apóstol, antes de entregar saludos finales les exhorta diciendo: “Velad, estar firmes en la fe, portaos varonilmente y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor (v.13-14). Notamos 5 pequeñas exhortaciones en estos 2 versos: “Velad”, permaneced constantemente en vela, ya que el enemigo no duerme. “Estad firmes en la fe” manteniéndose adheridos con firmeza de la verdadera doctrina del evangelio (1 Pedro 5:8-9) “Portaos varonilmente”, hasta ese momento se habían portado como niños (ver 3:1 y siguientes) “Esforzaos”, poniendo toda su confianza en el Señor” y “Todas las cosas sean hechas con amor”.
A continuación, Pablo les recuerda que “La familia de Estefanas es las primicias de Acaya” (v.15), es decir los primeros convertidos (junto con Epeneto Romanos 16:5), esta familia había sido bautizada por el apóstol (1:16) y agrega, ellos se han dedicado al servicio de los santos, habían tomado como un oficio que requiere dedicación a los hermanos en lo que ellos necesitasen, y les pide que reconozcan a los tales que como ellos se ponen al servicio de los demás.
Al ver a Estefanas, Fortunato y Acaico, se alegró su corazón, y ellos representaron muy bien a toda la congregación de Corinto de forma que con su llegada a Éfeso, habían proporcionado alivio y refrigerio. El refrigerio de Pablo al recibir a estos tres mensajeros de la iglesia era parecido al que la misma congregación había sentido al enviarlos (“pues ellos han suplido vuestra ausencia”), y les reitera porque confortaron mi espíritu y el vuestro volviendo a destacar que se reconozca el trabajo dedicado de ellos (v.18).
Continua Pablo ya casi terminando esta epístola con saludos a la congregación de Corinto de parte de las “iglesias de Asia (Asia Menor)” (v.19a) de la que Éfeso era la capital o ciudad más importante. También les saludan “Aquila y Priscila” (v.19b), este matrimonio que por ser judíos fueron expulsados de Roma en el año 49 d.C. Por edicto del emperador Claudio, ellos habían llegado a Corinto, y cuando Pablo comienza a trabajar en esa ciudad, se hicieron muy cercanos, ya que eran del mismo oficio (hacían tiendas) y además colaboradores en la obra, cuando Pablo continuo viaje y llego a Éfeso ellos le acompañaron (Hechos 18:1-3, 18-19), además se hacen extensivos los saludos de “la iglesia que está en su casa” (v.19c). En los comienzos del evangelio fuera de Jerusalén y Judea la gente se reunía en las casas, los templos propios comenzaron recién en el siglo tercero. La comunidad cristiana toda manda saludos a los corintios. También invita Pablo a “saludarse los unos con los otros con ósculo santo” (v.20), una señal de saludo en tiempos bíblicos similar a la función de apretón de manos en la actualidad, para los cristianos, expresaba, además, el amor y la unidad fraternal (Romanos 16:16; 1 Tesalonicenses 5:26; 1 Pedro 5:14).
El versículo 21 dice: “Yo, Pablo, os escribo esta salutación de mi propia mano”. Era costumbre del apóstol dictar las cartas a un escribano o amanuense, pero él asegura la carta escribiendo con su propia letra los últimos párrafos (ver Gálatas 6:11; Colosenses 4:18; 2 Tesalonicenses 3:17). Hay una solemne advertencia a una persona indefinida “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema” (v.22a), mensaje o advertencia que no va dirigida a verdaderos cristianos, sino a aquellos que su compromiso con el Señor, es de labios solamente, pero, nada de amor por él. Por eso lo de “Anatema”, maldito o separado para destrucción. “El Señor viene”, es traducción de “maranata”, una expresión aramea empleada por los cristianos del primer siglo.
Termina esta epístola con una forma de bendición “La gracia del Señor Jesucristo este con vosotros” (v.23). Y el cariño y amor que siente por los corintios pese a los fuertes adversarios que tenía en esa ciudad.
Conclusión: La Palabra de Dios nos enseña que, los cristianos debemos ir madurando desde el momento que experimentamos un nuevo nacimiento, hasta el día que el Señor nos llame a su presencia. Pero, el crecimiento espiritual no es simplemente por el tiempo de convertidos, ni por la ausencia de problemas, errores o pecados, sino que se adquiere, al poner en practica la Palabra de Dios en medio de toda circunstancia, buena o mala, y a estar unidos combatiendo unánimes por el mismo objetivo. Es por eso que, Dios nos llama a crecer y estar alerta, buscando la armonía y desechando el egoísmo.