lunes, 12 de agosto de 2019

Que tu si, sea si

Lección: 2° Corintios 1:12-18
Texto: 2° Corintios 2:17
Domingo 18 de Agosto

Introducción:Un hombre, le contaba a su amigo, sobre un hecho acaecido varias décadas atrás. En una circunstancia en que el negocio familiar se encontraba en apuros económicos, su padre, a espaldas de la familia recurrió a un financista privado, que le otorgó un préstamo por una suma importante en esa época. Pocos meses después, falleció su padre en un accidente carretero. En la siguiente semana, lo visito la persona que había facilitado el préstamo, y le dijo: Su padre canceló la deuda y vengo a entregarle el pagaré que él no retiró. Lo dejo impresionado la actitud del hombre que, si no fuera por su honestidad, podría haber usado ese documento para reclamar el pago. Pero eso no era tan raro en ese entonces, en que la palabra empeñada tenía más valor que los bienes materiales. En esta lección, veremos cómo Pablo defiende su compromiso empeñado.

Desarrollo:La razón por la que Pablo puede apoyarse en la oración de los creyentes, es que siempre ha sido sincero en sus tratos con ellos. Puede jactarse de su integridad para con ellos, pues, dice: “Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad” (v.12a), es decir, la genuina transparencia que proviene de Dios. No se rebajaba a los métodos de la “sabiduría humana (carnal), sino con la gracia de Dios” (v.12b), así se conducía en medio de este mundo, cuanto más, con la iglesia del Señor.
Enseguida, da una respuesta amplia a las acusaciones de que Pablo mantenía relaciones personales engañosas: “Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis, o también entendéis” (v.13a) (ver también 7:2; 11:9). La información que trasmitió a los corintios siempre fue clara, directa y comprensible. Pablo quería hacerles saber que él no les había ocultado nada, ni tenia objetivos secretos (10:11). Deseaba que entendieran bien lo que les había escrito y hablado “espero que al fin las entenderéis” (v.13b).
Reconoce que en el día del Señor (que lo espera muy pronto), tanto él, cómo los corintios se presentaran ante el juez del universo, y que era importante que los dos pudieran gloriarse el uno del otro, “como también en parte habéis entendido que somos vuestra gloria, así también vosotros la nuestra, para el día del Señor Jesús” (v.14). Pablo, señala que él necesitaba de sus hermanos de Corinto y que ellos lo necesitan a él, así es en la relación de los creyentes, nos necesitamos los unos a los otros. Con esta confianza quise ir primero a vosotros para que tuvieseis una segunda gracia” (v.15) El plan original de Pablo era visitar en dos ocasiones a los Corintios para que  pudieran tener  una bendición doble (segunda gracia v.15),  dicho plan consistía en salir de Éfeso y llegar a Corinto (atravesando el Mar Egeo) quedándose allí de camino a Macedonia, y después de terminar su ministerio en Macedonia, volver a Corinto, como lo dice el v.16: “Y por vosotros pasar a Macedonia, y desde Macedonia venir otra vez a vosotros, y ser encaminados por vosotros a Judea (ver 1 Corintios 16:5-7). Por alguna razón, sus planes cambiaron, y no pudo detenerse en Corinto la primera vez. Los falsos apóstoles que habían invadido la iglesia, aprovecharon el cambio inocente de planes, como evidencia de su falta de confiablidad y trataron de usar esto para denostarle, desacreditándolo.
“Así que, al proponerme esto (visitarlo 2 veces) ¿use quizá de ligereza? (v.17) (que es al perecer de lo que lo acusaban sus detractores de que era ambiguo), él declara que bajo ningún aspecto había obrado como una persona vacilante, inestable y desleal, que no fuera digna de confianza. ¿O lo que pienso hacer, lo pienso según la carne, para que haya en mi Si y No?, en otras palabras, ¿soy yo un hombre mundano, que dice Si y después dice No al mismo tiempo? No hay duda que el cambio de planes fue por circunstancias enteramente independiente de su voluntad, ya que Pablo cumplía lo que prometía: cuando decía que Si; era si, y cuando decía que No, era no.

Conclusión:Hay un viejo refrán que dice: “El hombre es amo de su silencio y esclavo de sus palabras”. Todo aquello que es declarado sin cuidado o con falsedad, es contrario al propósito de Dios, por el contrario el que habla con verdad y conoce la verdad se hace libre (Juan 8:32). Hablar con verdad y proceder con ella implica un exhaustivo análisis de cada una de nuestras ideas antes de traducirlas en palabras y compromisos. El Señor enseña que nuestra palabra debe ser verdadera y cuando digamos “Si”, sea verdaderamente un sí, y cuando digamos “No”, sea en realidad un no. Pablo era un verdadero hombre de Dios que mantuvo su palabra a pesar de los falsos enseñadores que tergiversaron sus decisiones. ¿Cumple usted su palabra empeñada?, ¿cumplimos como Hijos de Dios lo que hemos prometido con nuestra boca? 

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