
Texto: 1° Corintios 1:23-24
Domingo 29 de Septiembre
Introducción: En el capítulo 3, el apóstol habla de la trascendente gloria del ministerio del nuevo pacto, que desarrolla en el capítulo anterior y provee a sus oyentes el fundamento para no desmayar en este ministerio, pese a la oposición del adversario de nuestras almas y las condiciones adversas de un mundo que está en tinieblas.
Desarrollo: El apóstol, continuando con su carta, se refiere en primer lugar a su misión apostólica, y al ministerio del nuevo pacto que ha recibido por misericordia de Dios en el cual no desmaya, puesto que él ya había manifestado que no traficaba o negociaba con la palabra de Dios, por eso, tomo la decisión de no actuar con astucia, sino sólo predicar la palabra de Dios, pues cada uno de nosotros, debemos tener siempre presente, que nos hallamos en la presencia de Dios, y que él oye todas nuestras palabras, y aún escudriña nuestros corazones observando cual es la motivación real que hay allí.
Podemos manifestar claramente, que de parte de Dios, el evangelio está disponible y al alcance de todos los seres humanos. La Escritura manifiesta que; “Es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9), pero entonces, que es lo que produce que la gente sea reacia a la predicación de la luz del evangelio, el apóstol afirma que el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que de esa manera no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, pues el trabajo del enemigo de nuestras almas es, engañar, e impedir que la gente vea la luz del evangelio.
En el verso 5 de este capítulo, Pablo vuelve a manifestar que los predicadores del evangelio, no nos predicamos a nosotros mismos, sino, muy por el contrario, manifiesta que el centro de nuestra predicación es Cristo mismo, pues él es el único Señor y salvador de los hombres, y nosotros sólo somos siervos de la grey por amor de Jesús. El hermano Pablo, hace además, una comparación o analogía de la creación de la luz natural de Génesis 1:3, con la iluminación sobrenatural y espiritual que produce el evangelio de Jesús, en el corazón de los creyentes, la cual “Alumbra los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles son las riquezas de la gloria de la herencia en los santos” (Efesios 1:18).
Conclusión: Para finalizar, podemos manifestar, que el evangelio que anunciamos es Cristo céntrico, alrededor del cual gira toda la obra redentora de Dios para la humanidad, y que el Cristo crucificado y resucitado, es la luz del mundo, y que las tinieblas y el dios de este siglo, no prevalecerán contra esta luz, que es Cristo Jesús; “Porque él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados” (Colosenses 1:13-14).