lunes, 23 de septiembre de 2019

La luz del Evangelio

Lección: 2° Corintios 4:1-6
Texto: 1° Corintios 1:23-24

Domingo 29 de Septiembre

Introducción: En el capítulo 3, el apóstol habla de la trascendente gloria del ministerio del nuevo pacto, que desarrolla en el capítulo anterior y provee a sus oyentes el fundamento para no desmayar en este ministerio, pese a la oposición del adversario de nuestras almas y las condiciones adversas de un mundo que está en tinieblas.

Desarrollo: El apóstol, continuando con su carta, se refiere en primer lugar a su misión apostólica, y al ministerio del nuevo pacto que ha recibido por misericordia de Dios en el cual no desmaya, puesto que él ya había manifestado que no traficaba o negociaba con la palabra de Dios, por eso, tomo la decisión de no actuar con astucia, sino sólo predicar la palabra de Dios, pues cada uno de nosotros, debemos tener siempre presente, que nos hallamos en la presencia de Dios, y que él oye todas nuestras palabras, y aún escudriña nuestros corazones observando cual es la motivación real que hay allí.
Podemos manifestar claramente, que de parte de Dios, el evangelio está disponible y al alcance de todos los seres humanos. La Escritura manifiesta que; “Es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9), pero entonces, que es lo que produce que la gente sea reacia a la predicación de la luz del evangelio, el apóstol afirma que el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que de esa manera no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, pues el trabajo del enemigo de nuestras almas es, engañar, e impedir que la gente vea la luz del evangelio.
En el verso 5 de este capítulo, Pablo vuelve a manifestar que los predicadores del evangelio, no nos predicamos a nosotros mismos, sino, muy por el contrario, manifiesta que el centro de nuestra predicación es Cristo mismo, pues él es el único Señor y salvador de los hombres, y nosotros sólo somos siervos de la grey por amor de Jesús. El hermano Pablo, hace además, una comparación o analogía de la creación de la luz natural de Génesis 1:3, con la iluminación sobrenatural y espiritual que produce el evangelio de Jesús, en el corazón de los creyentes, la cual “Alumbra los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cual es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles son las riquezas de la gloria de la herencia en los santos” (Efesios 1:18).

Conclusión: Para finalizar, podemos manifestar, que el evangelio que anunciamos es Cristo céntrico, alrededor del cual gira toda la obra redentora de Dios para la humanidad, y que el Cristo crucificado y resucitado, es la luz del mundo, y que las tinieblas y el dios de este siglo, no prevalecerán contra esta luz, que es Cristo Jesús; “Porque él nos libró  del dominio de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su hijo amado, en quien tenemos redención: el perdón de los pecados” (Colosenses 1:13-14).

viernes, 20 de septiembre de 2019

La Gloria del Nuevo Pacto


Lección: 2° Corintios 3:7-18
Texto: Juan 1:17

Domingo 22 de Septiembre

Introducción: Desde tiempos antiguos, y a través de los profetas, particularmente del Profeta Jeremías, Dios estableció que venían días en los cuales haría un nuevo pacto con la casa de Israel y de Judá, el que sería diferente al que hizo con ellos cuando los sacó de Egipto, pacto que ellos invalidaron y que Pablo nos manifiesta en la lección anterior, que era un pacto de la letra, que producía muerte, en cambio, este nuevo pacto del espíritu, sería escrito en el corazón del pueblo, y produciría vida, motivo por el cual, es mayor y mucho más glorioso, pues produciría una regeneración en el corazón de los hombres.

Desarrollo: Pablo, contrasta en este pasaje la gloria de la ley, y en especial de los diez mandamientos, con la gloria del ministerio del Espíritu, la ley  y los diez mandamientos que estaban grabados en tablas de piedra, Pablo no los desmerece ni le quita dignidad, porque los mandamientos, debemos recordar que fueron entregados por Dios mismo a Moisés, en el monte Sinaí, pero esta ley daba lugar a un ministerio que causaba muerte y condenación, mientras que la predicación del evangelio, o buenas nuevas, es un ministerio del espíritu, que da vida y justificación.
Sin duda alguna, la promulgación de la ley en el Sinaí, estuvo rodeada de mucha gloria, pues ni aún Aarón, siendo sumo sacerdote, pudo acercarse al monte donde Dios descendió para entregar la ley a Moisés. Pero, pregunta Pablo si esto fue así ¿cómo no será con gloria el ministerio del espíritu?, del cual Dios mismo había hablado de que establecería. Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, dice el apóstol mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación, que es el evangelio eterno. Teniendo esta confianza, dice Pablo, usamos de mucha franqueza o valentía, y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que el pueblo no pusiera la vista en aquello que había de ser abolido, pero el entendimiento de ellos se embotó, porque no comprendieron que la ley era pasajera y transitoria, hasta que se estableciera un mejor pacto, sobre mejores promesas, y ese velo que esta puesto hasta hoy, se quitará cuando se conviertan al Señor Jesucristo.
Por lo tanto, ahora mirando a cara descubierta la gloria del Señor, nos vamos santificando en la contemplación del Señor, para llegar a ser como Cristo, “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su hijo” (Romanos.8:29).

Conclusión: La gloria del nuevo pacto sin duda es mayor que el antiguo pacto, y ya ha quedado establecido, pues la ley fue entregada a través de Moisés, quien fue un siervo de Dios, designado para esa tarea, pero la gracia y la verdad, vinieron a través de Jesucristo, quien vino a resaltar la gracia, la misericordia y el perdón de Dios para el hombre arrepentido.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Somos cartas de Cristo

Lección: 2° Corintios 3:1-6
Texto: Jeremías 31:33
Domingo 15 de Septiembre


Introducción: Las cartas de recomendación, eran comunes en el pasado, como también en nuestro tiempo. A través de ellas se allanaba el camino para que los portadores fueran recibidos con hospitalidad donde llegaran. En nuestro tiempo son usadas para presentarse o postular a un trabajo, más en este pasaje se nos enseña que los creyentes somos carta de Cristo, y que nuestro respaldo es el testimonio de nuestras vidas.

Desarrollo: El apóstol, comienza este capítulo excusándose de parecer que se recomendaba asimismo. La verdad de las cosas, que él no necesitaba ninguna recomendación verbal o escrita para ellos, pues como ya hemos manifestado, él tenía un gran testimonio en la iglesia de corinto, ya que era su fundador, y no sólo su testimonio era conocido en esta iglesia, sino también, en toda el Asia menor, pues todo lo había llenado del evangelio de Cristo en palabra y obras (ver Romanos 15:18-19), además de esto, declara que los mismos hermanos de la iglesia de corinto, eran su carta de presentación, como fruto de su trabajo, y que ellos estaban escritos en sus corazones, porque ellos eran el sello de su apostolado en el Señor (1 Corintios 9:2).  Pablo, les manifiesta a los corintios, que son carta de Cristo expedida por él y sus colaboradores, no arrogándose gloria personal en ellos, sino que, da testimonio de que es el Espíritu Santo de Dios, quien las escribió en tablas de carne del corazón.  Por eso su confianza se apoyaba en la acción transformadora de Cristo, en el corazón del creyente, dándole la honra y gloria a Dios, por los logros que había alcanzado en la predicación de la palabra, señalando claramente, que su competencia provenía de Dios, pues él no podía atribuirse a sí mismo la transformación de las almas.
El apóstol establece en versículo 6, una comparación entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento o nuevo pacto, establecido sobre promesas superiores (Ver Lucas 22:19-20) El antiguo pacto, requería una estricta obediencia a la ley mosaica, y la vida comunicada en el nuevo pacto por el Espíritu, el cual fue establecido con sangre en el calvario.

Conclusión: Al manifestar Pablo, de que somos cartas de Cristo, escritas no con tinta, sino, con el Espíritu del Dios vivo, ya no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, del corazón, estaba aludiendo directamente, a las profecías inspiradas por el Espíritu Santo, a los profetas del Antiguo Testamento, lo que era una característica distintiva del nuevo pacto, que es un don de Dios, de un nuevo corazón, y una nueva naturaleza, para todos los que creen en Cristo, alude directamente al nuevo nacimiento del que Jesús habló a Nicodemo que debía nacer de nuevo (Juan 3:1-8).

domingo, 1 de septiembre de 2019

Triunfantes en Cristo

Lección: 2° Corintios 2:12-17
Texto: 1° Corintios 15:57
Domingo 08 de Septiembre


Introducción: Hay situaciones en la vida que producen distintas sensaciones en las personas, algunas de ellas no queremos recordarlas porque han sido tristes, o porque han significado tal vez una derrota, y nos avergüenzan o hacen caminar con la cabeza agachada, en contraste, está la victoria o triunfo, lo que nos produce alegría, orgullo, reconocimiento, lo que implica andar con la frente erguida, Pablo, expresa esta experiencia sustentada no en su capacidad persona, sino, en aquel que lo llamó.

Desarrollo: En esta porción de la palabra de Dios, Pablo, se aparta del relato que presentaba a la iglesia de Corinto, para tratar de informar a ellos de sus viajes, y el arduo trabajo que él había realizado en la propagación del evangelio. Declara además, que cuando llegó a Troas (Hechos 16:8), para predicar el evangelio, aunque el Señor le abrió puerta para esta tarea, su espíritu no tuvo reposo o tranquilidad, por no encontrar a Tito allí. Descendiendo a Macedonia, para continuar su relato con una alabanza a Dios, por todo lo que hasta ese momento había sido su ministerio, y presenta a los creyentes exhibidos por Dios, ante el mundo, como triunfo y trofeo de la gracia redentora de Cristo, mediante esa procesión triunfal (aludiendo a las desfiles romanos después de las victorias en el campo de batalla), hacia la gloria de Jesucristo, manifestando en todo lugar, el olor de su conocimiento, y la vida redimida de los creyentes como una fragancia delante de Dios.
EL apóstol, manifiesta que para Dios, nosotros los creyentes que hemos gustado de su amor,  y vamos por el camino de la salvación, somos un grato olor de Cristo, en los que se salvan, y en cambio, para los que no se dejan persuadir por el evangelio, y van por el camino de la perdición,  es olor de muerte, que lleva a la muerte, ya que en los desfiles triunfales romanos, al ingresar a Roma, y marchar los ejércitos delante de césar, estos presentaban sus tesoros y cautivos que traían, todo esto bajo una nube de incienso a sus dioses. Lo que para los triunfadores, el olor era agradable y victorioso, pero para los cautivos, era olor de esclavitud y muerte. Pablo termina el versículo 16 preguntando “Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Lo que quiere decir, ¿quién es digno, calificado o capacitado? Responde a esta interrogante en el Capítulo 3:5, donde manifiesta “No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”.
Termina este capítulo 2, con la siguiente afirmación; “Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios”, pues como hoy sucede, también en ese tiempo, había predicadores ambulantes, que iban de un lugar a otro predicando, sin entender el mensaje del evangelio, o sin preocuparse por el destino de sus oyentes, sino que, su fin era ganancia económica, a diferencia del apóstol que, con sinceridad, como mensajero de Dios y en presencia de Dios hablaba de Cristo.

Conclusión: Todo creyente, como lo muestra la historia, debe comprender que nuestra competencia proviene de Dios, puede repetir las expresiones de Pablo en la lección analizada, cuando manifiesta que Dios nos “lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”, y que sólo por medio de él, nos da victoria.