lunes, 14 de octubre de 2019

Nuestra Habitación Celestial

Lección: 2° Corintios 5:1-9
Texto: Filipenses 3:20-21
Domingo 20 de Octubre de 2019

Introducción: La resurrección de Cristo, sin duda es uno de los hechos más controversiales de la historia, aún desde el primer día que se supo que había resucitado, y su cuerpo no estaba en la tumba, que había estado resguardada por soldados. De ese momento se fraguó la trama, de que los discípulos habían robado su cuerpo, para negar este hecho tan trascendental en el plan de redención de la humanidad, más Cristo se presentó delante de sus discípulos con pruebas indubitables de su resurrección.

Desarrollo : La gran inquietud de la iglesia primitiva fue la interrogante de ¿cómo sería esta resurrección prometida a los seguidores de Jesús?, ¿Cómo serían sus cuerpos? Pablo, en este pasaje les habla de nuestra Habitación Celestial.
Desarrollo: Pablo, comienza este capítulo, hablando de la expectación que todo creyente tiene este tabernáculo, que es nuestro cuerpo, y en el cual peregrinamos en esta vida, ¿Qué pasa si se deshiciere?, tenemos de parte Dios, preparado algo muy superior a una simple tienda, tenemos una casa, no hecha de manos, eterna, en los cielos. El apóstol Pedro, en su segunda carta, en el capítulo 12:12-13, se explaya respecto a que debe dejar este cuerpo, y dice: “Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado”.
En el versículo2, dice que por esto gemimos o clamamos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial, que es el revestimiento de la inmortalidad, para no ser hallados desnudos, y de esa manera, lo mortal sea absorbido por la vida. También, manifiesta que aquel que nos hizo o nos creó para esto mismo, es Dios, quien nos ha dado las arras del espíritu, que es una garantía segura de nuestra futura inmortalidad. La experiencia actual que tenemos los creyentes, es una vida renovada por el Espíritu de Dios, lo que es una garantía que acabará y completará la obra que comenzó, por lo tanto, ya no andamos con temor, sino, confiados siempre, sabiendo que mientras estamos en el cuerpo o tabernáculo, somos peregrinos, estamos lejos de casa, estamos ausentes del Señor; porque por fe andamos, ya que esta es la garantía de que existe el lugar al que aspiramos llegar.  Más realmente, quisiéramos estar ausentes del cuerpo y presentes al Señor, Pablo lo dijo: “Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Filipenses 1:23). Por lo tanto, procuramos también, o ausentes o presentes serle agradable, para nosotros debe ser un honor servir a nuestro Señor Jesucristo.

Conclusión: La misma certeza que había en el corazón de Pablo, apóstol de Jesucristo, es la que debe haber en los corazones de todos los creyentes en este siglo, de que primero, somos peregrinos en esta tierra (ver Hebreos 11.9-10), y segundo, nuestra ciudadanía eterna está en los cielos, de donde esperamos que regrese el Señor Jesucristo, que cuando venga, transformará el cuerpo de la humillación nuestra; este cuerpo corrupto, que se enferma, envejece, que se desgasta, para que sea semejante al cuerpo de la gloria dé Cristo, por medio de ese poder que puede sujetar a él todas las cosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario