
Texto: 1° Timoteo 5:19-20
Domingo: 15 de Marzo
Introducción: La disciplina ejercida con sabiduría y seriedad en todos los estamentos de la sociedad, siempre ha dado frutos para una buena convivencia, cuando la autoridad quien quiera que sea esta, no gobierna con disciplina, y no aplica disciplina, más temprano que tarde, esa sociedad se desmoronará. L a iglesia, no está exenta de la disciplina del Señor, y es lo que el apóstol Pablo va a aplicar, cuando llegue a Corintio.
Desarrollo: V.1) En este versículo, el apóstol les señala que en esta tercera visita a ellos, él va a proceder con severidad contra los pecadores obstinados, como está establecido en la ley (Deuteronomio 19:15), todo asunto se ventilará delante de dos o tres testigos, en otras palabras, él va a entablar un proceso cuando él llegase, en el cual se aplicarían las disciplinas del caso. V.2) “…no seré indulgente”, es decir, no andaré con miramientos, no seré condescendiente con los que han pecado. Así el apóstol les advierte como llegará a ellos, haciendo uso de su autoridad apostólica. Los que estamos puestos en autoridad, no nos debe temblar la mano a la hora de aplicar disciplina en la iglesia, porque estamos puesto para velar por la sanidad y pureza de nuestra iglesia, como Pablo también le dice a Timoteo “Que predique la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:2). V.3) Pues los corintios “buscaban una prueba de que hablaba Cristo por medio de él”. Hasta dónde puede llegar la insolencia de ciertos cristianos, desconociendo la autoridad y la unción de sus pastores y desafiándoles a demostrar que son realmente siervos de Dios. Esto ocurre, como ocurrió con algunos corintios, cuando prestan oídos a los falsos maestros, hombres llenos de envida y sin ningún temor de Dios. Los apóstoles, fueron hombres por los cuales hablaba Cristo, a quienes les revelaba los misterios que habían estado ocultos en Dios (Efesios 3:5).
“El cual (Cristo) no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros”. Cristo, en efecto, no es débil, sino fuerte, en el modo de actuar entre los corintios, ese poder de Cristo debe interpretarse en dos sentidos: tanto para salvar como para castigar. Cristo es la cabeza de la iglesia y actúa con poder dentro de ella, tanto para bendecirla como para disciplinarla.
V.4) “Porque aunque fue crucificado en debilidad…”, es decir, por la condición débil de su naturaleza. Cristo en su crucifixión, apareció como sólo un hombre débil e indefenso, que no opuso resistencia a sus malhechores, que “enmudeció y no abrió su boca”, aun cuando Él era Dios.
“Vive por el poder de Dios”, pero su resurrección y la vida demostraron su poder divino, demostraron que él era lo que decía ser: el Hijo de Dios, que equivale a decir que él es Dios.
“Pues también nosotros somos débiles en él…” Pablo les dice que de manera semejante, compartían ellos por medio de la unión con Cristo, la condición débil que hubo en Cristo, el apóstol compartía en su carne la debilidad corporal que en cristo. “Pero viviremos con él por el poder de Dios…”. Pablo, al mismo tiempo disfrutaba del poder de Dios, en su unión con él. Pablo dijo que cuando era débil entonces era poderoso. Él vive la vida del crucificado, pero también del Cristo resucitado. Este poder de Dios el cual experimentaba, era “para con vosotros”, es decir, para servicio de los Corintios. Todos los dones que Dios concede a sus siervos deben ser usados para servicio del pueblo de Dios.
Conclusión: La disciplina, siempre ha estado dentro de los métodos con que Dios ha tratado a su pueblo, tanto en el pasado como también lo hace hoy con su iglesia. El escritor de la carta a los Hebreos dice: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él porque el Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Heb.12:5-11). La disciplina que viene de parte del Señor “da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”
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