lunes, 2 de marzo de 2020

Pablo se gloría en las revelaciones de Dios

Lección: 2° Corintios 12:1-11
Texto: Jeremías 9:23-24
Domingo 01 de Marzo

Introducción: No hay duda alguna que en nosotros no hay nada de que gloriarnos, ¿qué somos? Si no, vasos de barro en los cuales Dios ha depositado su gracia y verdad. Necio es el hombre que se alaba a sí mismo, que no reconoce la Soberanía de Dios y que de Él proceden todas las cosas como es la sabiduría y la revelación, y esto es lo que a continuación Pablo les escribe a los corintios que eran muy dados a la exaltación del hombre. Veamos entonces.

Desarrollo:  V.1) “Ciertamente no me conviene gloriarme”. El apóstol, en la sección anterior, había dado a conocer a los corintios, los sufrimientos que él había padecido por Cristo y por su iglesia, y que los hermanos de corintios no le habían reconocido, y sin embargo, toleraban y aceptaban a los necios y vanagloriosos, que se encontraban en medio de ellos. Así sucede regularmente, que no se sabe reconocer a los siervos de Dios que han padecido por Cristo y su iglesia, y que lloran y gimen por su pueblo ante Dios; no cumpliendo aquellos hermanos el mandamiento del Señor que nos dice: “os rogamos, hermanos que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor y os amonestan” (1 Tesalonicenses 5:12; 1 Timoteo 5:17). Sin embargo, Pablo señala a los corintios que no le era conveniente gloriarse, es decir, no le era de provecho alguno, y tampoco lo es para nosotros.
Pablo, acude mejor a lo que Cristo ha hecho en él, como por ejemplo, las visiones y las revelaciones que recibió, y por lo tanto, la gloria y la alabanza es para Dios, porque lo que Pablo conocía con respecto a la gracia de Dios y del evangelio se lo enseñó Cristo como lo reconoce en Gálatas 1:11-12.
V.2) Pablo, al decir “conozco a un hombre en Cristo…”, se está refiriendo a sí mismo, que hacía catorce años antes de escribirles a los corintios (año 43 d.C. antes del primer viaje misionero de Pablo), que fue “arrebatado” hasta el tercer cielo, y lo que no tiene claro es cómo fue que eso ocurrió, si fue arrebatado corporalmente, o sólo en espíritu.
V.3-4) “Que fue arrebatado al paraíso…” o tercer cielo como lo señaló en el versículo anterior, donde se encuentra el árbol de la vida (Apocalipsis 2:7). El apóstol habla aquí de una experiencia personal y real llevada a cabo por el Espíritu Santo. El Paraíso (jardín), se refiere al estado de bendición entre la muerte y la resurrección. Pablo dice que allí oyó “palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”, es decir, que oyó revelaciones de las que no podía hablar.
V.5) “De tal hombre me gloriaré…”, es decir, de ese hombre que depende de la gracia de Dios para conocer algo, de ese hombre que separado de Cristo nada puede hacer, “pero de mí mismo en nada me gloriaré, si no, en mis debilidades” porque en mí nada bueno hay, soy incapaz e inútil.
V.6) Ahora si Pablo quisiera gloriarse, “no sería insensato, porque diría la verdad”. Todos sus padecimientos, trabajos, luchas y todo lo que hizo por la obra de Dios era enteramente verídico, y Dios era testigo de todo aquello. Él señaló que había trabajado más que todos los demás, pero a continuación dice: “pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo” (1 Corintios 15:10)
V.6) “… para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí”. Pablo, deseaba ser juzgado solamente en base a la evidencia ante los ojos de ellos, él no tenía un doble estándar en su vivir, no existía en él la hipocresía, era de un solo actuar, tanto delante de los hombres, como delante de Dios.
V.7) No voy a entrar aquí a especular respecto de cuál era el aguijón que afligía a Pablo en su carne, pero él lo considera como obra de satanás, permitida por Dios para un buen objetivo y este era “para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente”. Muchas veces, Dios permite ciertas aflicciones a sus siervos justamente con este fin, para que no nos exaltemos. Esa aflicción, es el “cable a tierra”, para darnos cuenta que solo somos hombres imperfectos, y que toda la gloria es al Señor.
V.8-9) Era tal su aflicción que “tres veces rogó al Señor que lo quitara de él”, sin duda, que este aguijón causaba en él una gran molestia física que lo hizo ir al Señor en oración y le pidió que lo quitara de él, sin entender todavía lo que nos dijo en el versículo anterior, que era para que “no me exaltase sobremanera”. Oremos al Señor para que nos conceda sabiduría espiritual y podamos comprender la razón que tiene el Señor para permitir esa aflicción en nosotros cualquiera que esta sea.
La respuesta que recibió del Señor fue: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. No siempre recibiremos como respuesta de Dios aquello que estamos pidiendo, sólo él sabe lo que es mejor para nosotros y que es lo que nos conviene verdaderamente.
“Bástate mi gracia”. Es un gran consuelo saber que la gracia poderosa del Señor puede contrarrestar todas nuestras aflicciones físicas, darnos fuerzas en nuestro cansancio, animarnos en nuestros desalientos, darnos consuelo en nuestras penas, y darnos poder en nuestras debilidades y en el cumplimiento de nuestros ministerios. ¡Bendita sea la gracia de Dios!
Pablo,  comprendió el mensaje del Señor al señalar: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”. El poder de Cristo en él era más importante que la liberación de la enfermedad que le aquejaba.
V.10) “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas… porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Cuando él está más incapacitado, entonces, es cuando es más fuerte, porque interviene la presencia del Espíritu de Cristo, que es poder y fuerza.
V.11) “Me he hecho un necio al gloriarme…”. El apóstol, es consciente de que ha cometido una necedad al gloriarse, pero tiene una excusa: ellos (los corintios), le han obligado a expresarse de esa manera. Los corintios tenían muy buenas razones para hablar bien de él, pero no lo habían hecho. Es un deber que tenemos para con los buenos siervos de Dios, y cristianos en general, el salir en defensa de su reputación. Reconocer a aquellos que velan por nuestras almas, aunque no siempre es así, como dijo Pablo a los corintios “que amándoos más, sea amado menos”. Pero hay un Dios justo que ve nuestra labor y trabajo, y él sí nos reconoce, y además, promete recompensa tanto en esta vida como en la venidera.
Pablo, no había sido menos “que aquellos grandes apóstoles”, Pedro, Juan, Santiago, claro que no, si él dijo que había “trabajado más que todos ellos”, “aunque nada soy”, para que Cristo nos use y él brille en nosotros, tenemos que considerarnos “que nada somos”, sólo Cristo es, solo a él la gloria. Amén

Conclusión: Dios, solo usa a aquellos que reconocen sus limitaciones, su pequeñez y su dependencia del Espíritu Santo. Dios usa a “los pobres en espíritu”, a los que dependen de la gracia de Dios para suplir sus deficiencias, y por sobre todo, a aquellos que estén dispuesto a dar la gloria, la honra y la alabanza a Cristo Jesús. Él dijo “separados de mí nada podéis hacer”.

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