
Texto: Hechos 9:20-21
Domingo 12 de Abril
Introducción: En esta porción de la carta, el apóstol Pablo relata acerca de sus relaciones con los apóstoles de Jerusalén. Aunque no dependía de los hombres, Pablo deja bien en claro que, se encuentra dentro de la corriente de la tradición apostólica, representada por Jacobo (Santiago), Pedro y Juan.
Desarrollo: V.18-19) “Después, pasados tres años” (ha de contarse a partir de su conversión) dice el apóstol “subí a Jerusalén para ver a Pedro y permanecí con él quince días”. El objetivo de la visita de Pablo a Pedro era, familiarizarse con él, más que consultar con él. También, señala que vio a Jacobo (Santiago), el medio hermano del Señor, y autor humano de la epístola que lleva su nombre.
V.20-21) Aquí Pablo hace una aseveración solemne de que, en todo ello, está diciendo la pura verdad, y luego señala que después se dirigió a las regiones de Siria y de Cilicia, donde llevó a cabo sus primeras labores apostólicas. Comenzó en su tierra natal, (Cilicia) donde Tarso estaba ubicada.
V.22-24) Añade aquí que las comunidades cristianas de Judea, no le conocían personalmente, pero el informe que estas iglesias recibieron del cambio radical que se había operado en Pablo, las llenó de gozo y las incitó a glorificar a Dios por ello. No hay gozo más grande que el saber y ver almas salvadas por la gracia de Dios, ver a los pecadores venir a Cristo es algo incomparable.
Conclusión: La obra perfecta de salvación realizada en el corazón del hombre, tarde o temprano se dará a conocer, los frutos de una nueva vida no se dejarán esperar. La obra salvadora que Cristo llevó a cabo en la persona de Pablo, prontamente se dio a conocer, pues la “fe que en otro tiempo perseguía ahora la predicaba”, y más aún, estaba dispuesto a morir por esa fe, que él puso en Cristo Jesús.
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